El plan de domingueo perfecto: subir a las frondosas montañas que rodean Medellín.

Medellín está ubicada en el valle de Aburrá y, como tal, rodeada por completo de montañas. Esto hace que las vistas de la ciudad sean muy espectaculares, con las laderas pobladas por los barrios más «delicados»; pero también aisla la región y dificulta los desplazamientos.

Ya cuando bajas del Aeropuerto por Ríonegro empiezas a experimentarlo. Sin embargo, subir desde la ciudad hasta Caldas buscando el nacimiento del río Medellín supuso mi primera experiencia en un autobús colombiano por carreteras de montaña. Y os aseguro que es tan loco como suena escrito.

Hay muchas formas de llegar, nosotros fuimos hasta la terminal de Industriales donde esperamos a que pasase un bus con destino al municipio antioqueño de Caldas. Apenas 2000 y pico pesos por un señor trayecto de montaña.

Como siempre, lo mejor es preguntar al conductor para que te avise cuando lleguemos al destino. En nuestro caso era la última parada, unos 45 minutos tardamos en llegar. Desde allí, varias horas de senderismo… más complicadas de lo que pensábamos.

Se pasa por pequeñas aldeas muy primitivas, con casas de ladrillo sin pintar, como construidas ayer. También se encuentra uno con puestecicos con señores y señoras mayores vendiendo arepas, empanadas y tortas de chocolo con su chocolatico en aguapanela o tintico (café solo).

La frondosidad de las montañas es una locura.

Se mezclan pinos con palmeras con bambú y, por medio, el río bajando pacientemente. Tanto que en muchas ocasiones su forma se achata y corta el camino, obligándonos a cruzarlo. Al principio buscando sitios para saltar o cruzar descalzo… pero al final todo el mundo acabó con las zapatillas empapadas y ya pues como que daba igual seguir mojándolas.

Por si alguien se aventura, un kit de consejos:

  • Empezar muy temprano.
  • Llevar calzado que se pueda meter en agua.
  • Protección solar (de la potente, que «apreta» bien el sol).
  • Repelente (hay siene y siene de bichos).
  • Agua, mucha agua.

Pero, sobre todo, buscad un buen equipo que os acompañe y haga la travesía más amena. Para ir charlando por el camino…

… y compartir unas buenas Pilsens bien berracas 🙂

Como premio al esfuerzo me metí entre pecho y espalda una bandeja bien completita (el pollo a la plancha se lo comió Ricardo):

Con su mazamorra de sobremesa (maiz cocido en leche con carne de guayaba).

Todavía tengo cargados los gemelos… pero mereció muchísimo la pena el esfuerzo. Una excursión muy recomendable y bastante cerca de Medellín.

Una aventurilla de

Rayito

4 Comments

  1. Que maravilla y que bien contado!!!! Te veo disfrutar mucho, sigue así 😘

    Silvia
  2. Sabes??? Con tu forma de narrar la excursión nos invitas a desear haber estado ahí,contigo, sigue disfrutando y compartiendo con nosotros tus experiencias.Te quiero rey!!!!!

    Toñi
  3. El paisaje me parece genial y la comida tiene una pinta 😬😅 de muerte, creo que me puede gustar.
    Protejete, se ve que el sol pega.

    Jose
  4. Echo en falta a Iueks!!!
    ¿Ande anda mi pollo favorito?. Supongo que no es el que se ha comido Ricardo…jajajajaja
    Pues sí que dan ganas de estar ahí!
    Besos

    Eva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *