No soy fan de ir a sitios «turísticos», los esquivo; pero si vas a Granada, tienes que ver la Alhambra. Por muy turístico que sea.

Guatapé es uno de esos destinos turísticos que hay que visitar sí o sí, por lo cual va a estar lleno de turistas. Es lo que hay, no todo van a ser tienditas paisas en Belén Rosales.

Sergio, ese amigo de la Erasmus al que solo veo fuera de España, me esperaba sobre las 9:30 en la parada de metro Caribe, junto a la Terminal Norte. Desde esta terminal salen multitud de buses a diferentes destinos. Uno de ellos nos llevaría a Guatapé.

Sabes que estás yendo a un lugar turístico en cuanto ves que la señora de la taquilla te llama, segura de que estos dos guiris están buscando donde comprar un ticket a Guatapé. Misma historia en las dársenas, donde un chico nos hizo señales para llamar nuestra atención.

Toda la puta Terminal Norte sabía que el moreno y yo íbamos a Guatapé.

Guatapé tiene un pateo. 2 horas de bus por carreteras de montaña no son pa cualquier estómago (a un alemán le pasó factura). De todos modos eso no es nada comparado con las 10 horas que me voy a pegar cuando quiera volver de Cali a Medellín… pero eso ya llegará.

Guatapé es un municipio del Oriente antioqueño muy conocido porque allí se construyó en los años 70 el Embalse Peñol-Guatapé, lo que supuso la inundación de 2262 hectáreas de tierra. El resultado es una región compuesta por ramales e islotes, espectacular a la vista aun sabiendo que no es obra de la madre naturaleza.

El otro gran atractivo, no obstante, es el peñón. El jodido peñón. Un pedrolo gigantesco sobre una colina tan aislado que parece mucho menos natural que el embalse.

El bus te deja en la carretera, junto a las escaleras que te llevan a la base del peñón. Ya subir hasta la base casi me cuesta la salud. Una vez allí…

… me esperaba lo peor. 740 escalones para subir 220 metros hasta la cima. El moreno estaba en forma y no le supuso ningún problema, pero yo me notaba el pancreas en la faringe. Por suerte, la recompensa es justa:

Mires donde mires ves lo mismo: agua, islotes y puentecitos. Todo esto mientras te tomas un juguito de mango o piña.

¡Ah! quizás alguien piense que 220 metros no son tanto. No tenía fotos de la subida, pero sí de la bajada…

… ya os digo que 220 metros en esas galerías claustrofóbicas parecen el doble.

Del peñón nos dirigimos a Guatapé en sí. Un conocido compositor del barroco, aparentemente recién fichado por el Real Madrid, nos llevó en tuctuc a velocidades ilegales hasta el centro del pueblo.

Y ya solo queda perderse por las calles y disfrutar de los zócalos, las flores y todo lo que este pueblito te ofrece.

Sí, estaba lleno de turistas. Y qué.