Si amas el buen café, el Eje Cafetero colombiano es el paraíso. Y si no lo amas… pues también.
Yo sabía que la presencia de Sergio en Medellín iba a implicar cambios en mis planes. Así fue y, teniendo en cuenta su experiencia como mochilero, me entregué de brazos abiertos a esos cambios.
Pero, ¿quién es Sergio?
Sergio aka «El moreno de la Caleta» es uno de los cuatro estudiantes de la Universidad de Granada a los que concedieron el destino Erasmus de Duisburg-Essen en la promoción de 2008. Yo era otro de esos cuatro. Cuando supe que le habían dado la cuarta plaza a un gaditano casi lloro de emoción. Madre mía, un año entero de guasa y cantando carnavales… y resultó que el tío era un sieso, no te cantaba entero ni un pasodoblito de Los Yesterday y, pa colmo, no sabía ni de dónde era Paco Alba (10 años después seguía sin saberlo).
«Conticoneso», era un tío apañao. Le cogí cariño rápido y creo que él a mí también, o si no disimulaba del carajo. Hicimos un par de viajitos memorables, como el de Munich o, por supuesto, el de Berlin en el MUY gay friendly David’s Cozy Backpackers Hostel. Pasamos infinitas noches de Duro Game en las cocinas de Eckenberg, donde él era el único que hablaba en alemán. En resumen, como suele pasar en la Erasmus, aprendimos a crecer juntos.
Luego se echó una novia alemana y nunca más supimos de él.
Entre 2009 y 2010, en uno de mis vuelos Madrid – Düsseldorf, me quedé a dormir en su zulo madrileño y esa fue la última vez que nos vimos. Se fue a Australia, luego a Nueva Zelanda y luego, a viajar por el Sudeste Asiático.
En agosto de 2017, a través de Facebook, se enteró de que yo estaba planeando un viaje a Islandia con mi amiga Elena. Sin pensarlo se unió a nuestra inolvidable aventura nórdica.
En noviembre voló a México y empezó a viajar hacia el sur. Cosas de la vida, acabamos coincidiendo en Medellín.
¿Por qué cuento todo esto? pues bueno, creo que es un homenaje a mi moreno. Ni Duisburg, ni Islandia ni esas semanas en Colombia habrían sido lo mismo sin él. Es por eso que cuando me dijo que iba al Eje Cafetero, aunque no estaba entre mis planes, ni lo pensé. CONTIGO AR FIN DER MUNDO, MORENO.
¡Ah! se me olvidaba. Mide 1,85 o así, está petao, ha visto mundo y con los años se ha vuelto hasta grasioso. Su único defecto es que come mucho, pero se lo paga él. Solteras de España, me lo quitan de las manos.
En fin… vamos a lo que vamos. Salimos desde la Terminal Sur de Medellín hacia Manizales. Los 200 km montañosos que separan Medellín de Manizales deberían recorrerse en unas 6 horas, pero los conductores consiguen hacer la ruta en 5 horas. No recomiendo mirar por la ventanilla cuando adelantan…
El Eje Cafetero es una región ubicada entre los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío, la región norte del Valle del Cauca y el noroccidente del Tolima. Manizales es la capital de Caldas. Se encuentra a 2000 metros sobre el nivel del mar y está distribuida a lo largo de una enorme colina, haciendo que el mejor medio de transporte sea el teleférico.
Resulta que pillamos el Domingo de Ramos. Pensaba que iba a librarme de las procesiones…
Que no es por desmerecer, pero ese paso pesa bastante menos que el Cristo de los Gitanos.
Por cierto, había dicho que Sergio come mucho, ¿no? eso puede ser un problema cuando viajas. Cenar en Manizales se convirtió en una Odisea y acabamos recurriendo a un chino de muy dudosa calidad…
…pero de impepinable cantidad. El viaje de arroz se ve que puso a Sergio cariñoso y me pidió una fotito en la cama. Más gay mi Sergio…
… o igual fui yo el que se la pidió. No sé.
A la mañana siguiente, cogimos el teleférico hacia la estación de autobuses. Sergio insistió en montarse en la cabina amarilla porque le recordaba al Cádiz CF. Lleva desde los 8 años sin pisar el Carranza, pero cualquiera le dice que no…
En la estación cogimos un minibus a Chinchiná, a una media hora de Manizales. Desde allí fuimos en taxi a la Hacienda Guayabal, donde nos ofrecieron un almuerzo en un entorno mágico.
En 2011, la Unesco reconoció como Patrimonio de la Humanidad al Eje Cafetero, calificando a la región como Paisaje Cultural Cafetero. Os podréis imaginar, por tanto, qué íbamos a hacer en la Hacienda Guayabal…
Efectivamente, aprender sobre el café de la variedad arábica colombiana, el cultivo, la cosecha, la elaboración, el tostado, la molienda, los tipos de extracción y los diferentes sabores.
Aprendimos que los granos se separan por tamaño, siendo los más grandes los Premium. Para eso se usaban tamices, aunque hoy se separan de manera industrial.
Vimos los diferentes niveles de tueste y molienda:
Y pudimos olerlo y catarlo:
Probamos el resultado de extraer café durante 12 segundos, el que sale entre el segundo 12 y el 18, el que se extrae durante 18 segundos y el resultado de extraer durante 24 segundos.
El color es diferente, pero es que al probarlos parecían bebidas totalmente distintas.
No hablo de sutilezas o matices, hablo de que el primero era ácido por la baja temperatura del agua; el segundo, entre los 12 y 18 segundos, era sorprendentemente dulce. A todos nos cambió la cara al probar ese; el tercero, mezcla del ácido y el dulce, ya parecía café pero todavía picaban los sabores. El último, consecuencia de elevar la presión y la temperatura, empezaba a arrastrar un poco de amargor y con eso se tapaban levemente los sabores anteriores, formando el sabor que conocemos como café.
Impagable aprender todo eso y catar esas bebidas con estas vistas:
Tras la cata nos llevaron a caminar por la finca. Las laderas cubiertas de plantas de café…
… se mezclaban con árboles frutales, como la papaya y el plátano.
Nos enseñaron los semilleros de las futuras plantas de café, de más de 2 metros de altura.
Y a diferenciar los granos verdes…
… de los maduros, los que hay que recolectar.
Nos dieron unas cestitas y 5 minutos para ver quién cosechaba más frutos maduros. La victoria de Sergio fue indiscutible. Cómo sonreía el hijoeputa…
La lluvia no pudo amargarnos la experiencia. Al contrario, le dio un toque romántico al lugar. Silencio, lluvia y los últimos rayos de luz sobre la Hacienda Guayabal. Sin duda, una visita imprescindible. Ames o no el café.