Se me hizo difícil aceptar que era el momento de seguir con el viaje, pero el día llegó. Adiós, Medellín. Hasta la próxima.

Aunque me quedaba todavía por conocer la costa caribeña de Colombia, con su idiosincrasia propia muy lejana a la de los paisas, esta publicación puede ser la despedida tanto de Medellín como de Colombia. Y es que sentí exactamente lo mismo cuando abandoné Medellín que cuando crucé la frontera con Panamá.

En mis últimos días en la capital de Antioquia exploré un poco mejor la vida noctura en la 70, disfruté mis últimas visitas al vegano con Ricardo y conocí el famoso Parque Ecoturístico Arví y su vecina Santa Elena.

También empecé a darle forma a la primera canción del viaje. No he hablado de ello en el blog, pero me marqué el objetivo de escribir al menos media docena de canciones a lo largo de este viaje alimentándome de las historias que fuese conociendo y adaptando los ritmos locales al mío propio. En Medellín, como decía, se fraguó la primera.

Pero de eso ya hablaremos. La 70. Salsa, reggeatón, crossover (mezcla de canciones de distintos estilos latinos), fondas, pubs, bares, karaokes,… y todo ello sin apenas gringos.

Me quedo con el Son Havana, donde me tomé el lujo de intentar bailar salsa al ritmo de esa banda tocando en directo que me hizo sentir en numerosas ocasiones que estaba en una película latinoamericana.

Del vegano no puedo decir nada nuevo, los últimos platos que pude disfrutar me hicieron quitarme todos los sombreros disponibles. No me explico cómo se puede ofrecer comida tan cuidada por 10.000 pesos (3€).

Por último, el Parque Arví y Santa Elena.

Santa Elena es uno de los cinco corregimientos de Medellín. Se encuentra entre el altiplano oriental de Antioquia y la ladera oriental de Medellín, por lo que hay que acceder o bien en bus subiendo carreteritas de montaña, o bien con el Metrocable que lleva al parque Arví.

La zona es preciosa. Culturalmente, además, Santa Elena es famosa por la Feria de las Flores y los Silleteros.

La Feria de las Flores tiene su origen en el 1 de mayo de 1957, cuando Arturo Uribe Arango, director de la Oficina de Turismo y Fomento de Medellín, invitó a 40 silleteros de Santa Elena, que tradicionalmente llegaban los fines de semana a vender sus productos, para que realizaran una exposición de flores y un desfile por la carrera Junín. Fue tal la acogida que llevó a realizar un desfile más vistoso y de mayor recorrido en los años siguientes.

Pero, como decía, para llegar allí lo típico es subir por el Metrocable hasta el Parque Arví. Esta obra magnífica conecta la ciudad con el parque haciendo una parada intermedia en la estación de Santo Domingo, en la Comuna 1. El segundo tramo es espectacular.

El Metrocable se adentra en la espesura durante unos 5 kilómetros hasta llegar al Parque Arví. La sensación es de mucha paz, además de que se aprecia el leve impacto medioambiental comparado con el que habría supuesto una carretera.

Por desgracia, el primer tramo no mola tanto. Y es que, a estas alturas, mi sensibilidad con la historia de Colombia, su conflicto interno y la violencia en las ciudades estaba ya por las nubes, especialmente tras la visita a la Comuna 13.

Por eso, cuando el telecabina se empezó a elevar sobre el barrio de Santo Domingo, no pude evitar sentir que todo era una metáfora de la propia realidad de Medellín y Colombia. De los estratos sociales diferenciados.

Nosotros, los privilegiados, miramos desde el telecabina a los pobres, humildes, los que no han tenido nuestra suerte. Les miramos desde arriba, desde nuestra posición de poder.

Se ha invertido mucho en intentar mejorar las cosas, pero no es fácil. Llama mucho la atención el brutal contraste entre la moderna estación de Santo Domingo, en mitad del barrio…

…o el edificio negro de la Biblioteca España, con las construcciones de alrededor.

Y esto, que me lleva persiguiendo desde entonces, me es imposible separarlo del conflicto interno. Ese conflicto que arrancó en los 60 y todavía no ha encontrado un final. El conflicto de las milicias, los sicarios, las Autodefensas, Los Pepes, MAS, Águilas Negras, Los Rastrojos, el ERPAC, Bloque Meta, Bloque Libertadores del Vichada, Los Paisas, Clan del Golfo, Oficina de Envigado, las FARC, el ELN, M-19, EPL, MAQL, ERP, los cárteles del Norte del Valle, la Costa, Cali y Medellín y, por supuesto, el propio Gobierno de Colombia.

Me persigue y, aunque es un conflicto extremadamente complejo, hay un factor que ha sido clave para hacerlo tan sangriento, terrible y duradero: la cocaína.

Aquí me la juego a que venga alguien a acusarme de moralista mientras uso un móvil en cuya batería probablemente haya cobalto extraído por niños en el Congo, pero voy a correr el riesgo.

La cocaína no solo es una porquería que requiere el uso de cal, gasolina, ácido sulfúrico, sosa cáustica, bicarbonato y otros químicos para elaborarla; es, además, la causa directa e indirecta de miles (decenas de miles, de hecho) de muertes en Colombia. Muchas de ellas, muchísimas, de civiles inocentes.

La coca es el negocio de los cárteles, pero es también la principal fuente de financiación de las guerrillas y los paramilitares. Comprar un gramito de coca pa pegarse una fiesta no es un acto inocente, es un acto de complicidad.

Sí, esa rayita en el baño lleva, además de una decena de químicos tóxicos, la sangre del pueblo colombiano.

Medellín (y Colombia) está partida en distintas realidades. Pasado un tiempo se pueden sentir, como las siente Paula cuando Jesús la lleva en moto en la película «Matar a Jesús», bajando de la comuna de él a la ciudad de ella. De un estrato a otro.

Medellín, en su momento la ciudad más peligrosa de la Tierra, es hoy un maravilloso lugar para vivir. Por supuesto, si eres de los que miran las chabolas desde el Metrocable.

Me la llevo conmigo. Con cariño, amargor, alegría y dolor.

Como Paula sobre el valle.

Adiós, Medellín.

Una aventurilla de

Rayito

2 Comments

  1. Cuando leo tus publicaciones consigues transmitirme,de alguna forma,tus sentimientos,no sé si alguna vez visitaré Colombia,no lo creo,pero puedes estar seguro de que has conseguido que sienta conocerla.Besossss cariño.

    Toñi
  2. Tarde, muy tarde llega este comentario, pero releyendo el blog me ha dado la real gana de hacerlo. Empatizando…

    Eva

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